Él lo hizo, le tomó la mano, envolvió con sus dedos la última oportunidad que tenía de convertir en una continuación, de resucitar el muerto declarado en vida. Ella no volteó, se quedó paralizada, con párpados cortinas esperó sentir el beso.
Él no se acercó, se quedó paralizado, con párpados cortinas esperó sentir una mano en su mejilla.
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