Nadie tenía fe de esas de inquisición. Nadie estaba sentado frente a la distinguida dama educada en la “palabra del Señor” por santísima escolástica. El protocolo ataba grilletes a la familia calificada de atea con horror, por las madres de los compañeritos prestos a la primera comunión. Porque si bien todas las señoras tenían sus pecadillos, e iban por la cuarta o quinta repetición del sacramento matrimonial; aún tenían confianza en la misericordia del Señor y en las limosnas a la iglesita por si hay otra vecesita y se necesita la bendición del taita cura.
Las señoras madres de los compañeros del niño ateo, sabían que los tiempos cambiaban, que los jóvenes eran “más” perdidos... pero de ahí ¡Declararse ateos!
Entonces presos por el status de religión básica, la familia de ateos decidió sacrificarse y evitarle la discriminación boba de los que sí hacen la primera comunión (cuerpo de Cristo con una cenita ostentosa para no pecar de avaro con el Señor).
“El Señor quiere que sean felices”
“El Señor en su grandísimo amor y misericordia perdona nuestros pecados”
“El Señor tan solo nos pide obediencia a cambio”
Sabían quién era “El Señor” con exactitud, pero no sabían por qué quería su felicidad y obediencia, ni de qué nos perdona el tal Señor. Pero se callaron a favor del sacrificio, sacramento a salud elitista.
“El maligno quiere que pequemos”
“El maligno quiere que respetemos”
Pero entonces el maligno le suena más a sociedad, a masa consumista y todo se resume a esta humanidad.
Señor y maligno son humanidad.
Las señoras madres de los compañeros del niño ateo, sabían que los tiempos cambiaban, que los jóvenes eran “más” perdidos... pero de ahí ¡Declararse ateos!
Entonces presos por el status de religión básica, la familia de ateos decidió sacrificarse y evitarle la discriminación boba de los que sí hacen la primera comunión (cuerpo de Cristo con una cenita ostentosa para no pecar de avaro con el Señor).
“El Señor quiere que sean felices”
“El Señor en su grandísimo amor y misericordia perdona nuestros pecados”
“El Señor tan solo nos pide obediencia a cambio”
Sabían quién era “El Señor” con exactitud, pero no sabían por qué quería su felicidad y obediencia, ni de qué nos perdona el tal Señor. Pero se callaron a favor del sacrificio, sacramento a salud elitista.
“El maligno quiere que pequemos”
“El maligno quiere que respetemos”
Pero entonces el maligno le suena más a sociedad, a masa consumista y todo se resume a esta humanidad.
Señor y maligno son humanidad.
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