Pensé en tomar un descanso, observar el mundo, pegar la nariz en la ventana mientras todos son y todos pasan. Esperar que algún desorientado en la vereda de enfrente fije la mirada en la loca que observa a todos tras su ventanilla. Pero solo tres y de la misma acera, voltearon a ver el vidrio, no a mí, a su reflejo. Y si me vieron, si nos encontramos, debieron asegurarse que no fue más que una coincidencia que aquella en la ventana hallara su mirada, porque nadie detiene su cronómetro para sentarse a descansar y ver al tiempo tragarse a todos.
Casi sonreí con la certeza del no presente de mirada fija desde el otro lado, casi, y al otro lado alucinación paranoia cruzó la ventanilla.... Sin acercarse y sin verme y sin hacer más que cruzar por delante, no reparó en su indiferencia.
Se me cayó la ventanilla, la ilusión mundo aparte, la utopía aislada del tiempo. Y me vi arrinconada entre una pared y su amenaza. No escuché hasta la tercera repetición cuando casi por inercia saqué el insultante inrobable.
- Vaya, vaya! No se asuste, siga nomás.
1 comentario:
A veces nos damos cuenta
que no vivimos para trabajar sino trabajamos para vivir
asi que debemos cambiar .. porque poco a poco
la vida nos consumeme con su monotonia
Saludos
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