Foto por: Haydée Morejón
Relato por: Sofía Torres
Paso... paso... paso...
¡Y ahí va uno! Casi se ve tan idiota como yo, con las manos en los bolsillos y chompa. Del otro lado de la calle pensé que no me examinaría como yo a él. Tampoco era tan improbable con la concurrencia fantasma del lugar ... ¿Me sonrió? ¿Por qué le devolví la sonrisa? Si estoy media hora atrasada y aún no llego para coger el segundo bus.
Subí a un bus hace dos minutos sin tener un centavo para darme cuenta diez metros después ¡En esa casa nadie tiene un mísero dólar! Media hora de retraso y ni siquiera llego a la parada.
Paso...
Paso...
Ahora con dinero en el bolsillo, antes de esperar veinte minutos para que otro bus pase por este lugar desamparado : sin señal, sin taxis, casi sin tiendas y sin más gente que la del propio lugar, mejor camino hasta la parada del segundo bus.
Paso... paso...
Además, hacía frío cuando salí. Son casi las seis y hay sol de medio día, hace calor y yo tengo encima un abrigo para lluvia y vientos de páramo. No me extraña que la doña de la tienda y sus clientes los albañiles de viernes, me miren como la idiota que me siento.
Paso... paso... paso...
Solo seis cuadras más. Sería el colmo que el chofer adelantara su itinerario por una carrera con el velocista que partió hace cinco minutos... Aunque si pasara en este preciso instante, no dudaría mucho en dejar mi caminata. Me podría quitar la ridícula chompa y hasta leer un poco si no me quedo dormida.
Paso... paso...
¡Y ahí va uno! Casi se ve tan idiota como yo, con las manos en los bolsillos y chompa. Del otro lado de la calle pensé que no me examinaría como yo a él. Tampoco era tan improbable con la concurrencia fantasma del lugar ... ¿Me sonrió? ¿Por qué le devolví la sonrisa? Si estoy media hora atrasada y aún no llego para coger el segundo bus.
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