miércoles, 1 de julio de 2009

Digamos


Digamos que fue en la calle, para dejar a los implicados de nombre Anónimo y de apellido Cualquiera. También digamos que no conocía al susodicho individuo de inclasificable carácter y comportamiento. Digamos que el Don de traje chillón y voz de locutor de radio no es alguien que las personas puedan reconocer. Simplemente digamos que forma parte de mi imaginario y que la situación que contaré no es más que una invención mía.
Entonces, de acuerdo con esto podría haber sido en una parada mientras esperábamos todos la aparición de un bus, aunque la historia también pudo haber sucedido mientras todos íbamos en el bus.
Digamos que lo central e importante de mi invención es la conversación que se filtró por mis audífonos mientras leía a Edgar Allan Poe y sus “Cuentos de intriga y de terror”.
La conversación provenía del de voz locutora, vociferaba su magnificencia y poder, derramaba inmisericorde su poderío como personaje. Se presentaba arrogante, se reía escandaloso, se tambaleaba presuntuoso con la chaqueta chillona que él juraba elegante y propia para su estatus social.
No pude evitar ver su rostro reflejo exacto de su traje, de su comportamiento y de su voz.
¡Ah! Esa voz…. Voz Verduga, poseedora de la verdad absoluta de la ética y tan contradictoria a la vez, pues era tosca fuente de expresiones pedantes y vulgares.
Creo… perdón, digamos que hablaba de la infame traición adúltera de un ex y muy lejano compañero que encontró por desgracia en algún lugar mientras él, intachable paseaba con su “feliz y perfecta familia”. Según contó él, intachable dio la vuelta, desconoció al pobre diablo y culminó su relato diciendo que el desventurado pasó de su próspera vida de proxeneta a víctima de manipulación del “mujerón” con la que estaba aquella vergonzosa ocasión. El Intachable miró a la calle o por la ventana, da igual y dijo “Adiós”
Entonces digamos, sólo digamos que llegó el bus a la parada o mejor que El Intachable llegó a su parada, que bajó sonriente y perfecto al lugar donde le esperaba su Intachable otra, su mujerón… Pero por supuesto El Intachable no era tan ingenuo como para esperar que una joven de sus cualidades amara a semejante decrépito cincuentón.
Digamos que se pensó para sí “Mañana es julio, toca cambiar”.

…… Digamos…. Solo digamos que la historia tiene un escenario más ejecutivo y que mis invenciones del imaginario en ocasiones son un poco más reales…. Digamos.

1 comentario:

Rubi Torres dijo...

Ese es el mundo que empezamos a descubrir al sumergirnos en las tareas cotidianas de los demás. Un mundo donde se desparraman todas las características del ser humano ... muchas buenas y muchas malas.

Por otro lado, felicitaciones por tu escrito. Sin duda las letras serán parte fundamental de tu vida.

Un abrazo