jueves, 18 de agosto de 2011

Sal



En el principio era la arena y las ganas de mar.
El deseo de abrise los poros, calentarse al sol… despeinarse al viento.
En el principio era la melanina, una piel trigueña reflejo de verano.
Eso.
Eso en el principio. Pero este capítulo no tiene ya preliminares de sal, y esta playa está después del principio: el reencuentro, la reconciliación con las espaldas raíces, las cicatrices caminos, los olvidos remendados.

"La soledad es áspera" sí Adoum, áspera y necesaria. Dosis diaria inyectada a la columna de principios. Solo estás, sólo somos, solos quedamos.
Tu prólogo de mar, la historia de raíces, el epílogo de sal.

Y es que sabía que escapabas por las ventanas, pero dejaba abierta una puerta por si volvías. Dejaba al perfume rosas perseguirte por el camino laberíntico de tus ideas, tal vez con la esperanza de que se fundiera en tus colores y trazaras el regreso a vos con tus pinceles.

Texto por: Sofía Torres
Foto por: Salomé Torres